Las emociones son reacciones psicofisiológicas ante estímulos, refieren a lo que sentimos, podemos identificar que las desencadenó, son intensas y de corta duración. De hecho, las personas tenemos varias emociones en un día. Algunos ejemplos de emociones son: alegría, miedo, sorpresa, enojo, felicidad, vergüenza, orgullo, envidia, entre muchas otras.

Están presentes en nuestra vida en general. En el último tiempo se habla mucho más de las emociones en relación a nuestro trabajo, antes se creía que “se podían dejar fuera” y hoy sabemos que eso es imposible, que somos personas que sentimos en todo momento y que las emociones nos proporcionan información sumamente útil. Información que es muy valiosa, por ejemplo, para quienes emprenden, dado que las decisiones dependen, en muchos casos, de una persona y como se encuentra esa persona impacta directamente en el negocio y sus resultados.

El miedo es una emoción muy común que puede experimentar la persona que está iniciando un emprendimiento. Nos señala que se está presentando una amenaza, nos invita a revisar los recursos que tenemos para enfrentar esa amenaza, para ello nos podemos preguntar: ¿Cuál es la amenaza que estoy identificando? ¿Cómo puedo prepararme ante esa amenaza? ¿Que recursos necesito?

Como las luces del tablero de un vehículo que cuando se encienden nos indican que hay algo que atender, las emociones cumplen la misma función. Por lo tanto, la emoción no es el problema, sino que nos señala que existe un problema que debemos atender y gestionar.

Las emociones nos invitan al autoconocimiento, a tomar acción y nos proporcionan información muy valiosa para la toma de decisiones.

No existen emociones buenas y malas, ni negativas y positivas, en cambio podríamos hablar de placenteras como la alegría y felicidad, por ejemplo, y displacenteras como pueden ser el miedo y el enojo. Esta mirada es introducida por la Psicóloga Susan David, quien presenta el concepto de agilidad emocional, refiriéndose a la capacidad de convivir con nuestras emociones, sentimientos y pensamientos de forma saludable, ser flexibles con los mismos, aceptándolos y gestionándolos.

Esta idea de agilidad emocional se vincula directamente con la inteligencia emocional, término desarrollado por el Psicólogo Daniel Goleman que refiere a la capacidad de reconocer nuestras propias emociones y las de otras personas, gestionando nuestra respuesta a las mismas.

La Inteligencia emocional comprende 4 competencias básicas que las personas podemos desarrollar:

  • Autoconsciencia: Es la base de las 3 competencias siguientes. Implica identificar y comprender las emociones que sentimos. Poder observarlas y separarnos de la emoción (por ejemplo: no “soy miedoso” sino que “noto que estoy sintiendo miedo”), tomar consciencia de ellas y tener presente que son una guía para la toma de decisiones.
  • Autogestión: Se trata de gestionar esas emociones (evitando la impulsividad). Poder preguntarme “¿quién quiero ser en esta situación?” saber que puedo elegir que comportamientos quiero tener de acuerdo a mis objetivos, a mis valores. Puedo elegir la respuesta que doy ante ese estímulo, ante esa situación.
  • Consciencia social: Implica poder identificar y comprender las emociones de las demás personas, tanto a través del lenguaje verbal como no verbal. Requiere una escucha activa y estar realmente presentes en la conversación que estoy manteniendo con la otra persona.
  • Gestión de relaciones: Refiere a las relaciones con las demás personas, la resolución de conflictos, e involucra habilidades de liderazgo y trabajo en equipo, entre otras.

La Inteligencia emocional hace que las emociones trabajen para nosotros en lugar de “en nuestra contra”, es sumamente importante tener presente que la Inteligencia emocional se aprende y se desarrolla.

MARIA LAURA VOLPI
Licenciada en Psicología y Coach Profesional. 14 años de experiencia en Gestión Humana, ex Gerente de Consultoría en Capital Humano en KPMG.

Last modified: 9 de junho de 2022